¿Amas a la mamá que tienes?

Con respecto a nuestras mamás tenemos dos tipos de alucinaciones:

-       Vemos a la mamá que no tenemos.

-       No vemos a la mamá que tenemos.

Vemos a la mamá que no tenemos. Nos la pasamos pensando, y en muchos casos expresando, lo que nuestra mamá debería ser o debería hacer, con respecto a la idea que tenemos en la cabeza de lo que es una mamá ideal.

No vemos a la mamá que tenemos. Idealizamos a nuestra madre a niveles de diosa, la vemos perfecta e incapaz de ser o hacer algo diferente a lo que creemos nosotros de ella; ella todo lo puede y todo lo hace.

Vivimos negando la realidad, viendo a nuestra madre a través del filtro de los condicionamientos sociales. Vivimos creyendo que ella se debería ajustar a nuestra escala de referencia de mamás, que ella se debe a nosotros, que su misión es querernos como a nosotros nos gusta y que no tiene otra vida que sus hijos. Vivimos sin darnos cuenta de que nuestra mamá es una persona como cualquier otra, una persona con decisiones propias, sueños, propósito y un proyecto de vida donde la familia es solo una parte.

Cuando vemos lo que no hay, o no vemos lo que hay, nos estamos perdiendo de lo que si hay: nuestra verdadera madre. Un humano que nos dio la vida y que hizo lo que pudo con lo que tenía para criarnos y darnos su amor de la única manera que sabe: la que aprendió de pequeña.

¿Qué pasaría si aceptas a tu mamá exactamente como es? Sin quererle cambiar ni un cabello, sin querer que sea de otra manera. Qué pasaría si te quitas los filtros idealizadores que traes puestos y ves a tu mamá exactamente como es: una persona, como tú, intentando hacer lo mejor que puede con su vida.

Te propongo este ejercicio, escríbele una carta. Una en la que desahogues todos tus filtros, en la que le digas cómo te sientes y cómo te gustaría que fuera o no fuera, tanto ella como la relación que tienes con ella. Date chance de ser brutalmente honesto. Cuando la termines, reléela en conciencia, dándote cuenta de lo que escribiste, tomando distancia. Léela como si no la hubieras escrito tú y platícame qué descubres.     

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